martes, 28 de junio de 2011

De los tipos de adiós y el enigma de la muerte

La vida del hombre se compone de vaivenes. Subimos y bajamos. Vamos y venimos. Así de intensa es la dinámica humana. Día a día. En todos los rincones del mundo y en todos los idioma existentes, decimos adiós, bye, ciao... pero muy pocos se detienen a reflexionar lo que implica decirlo. Y sobre todo, del impacto que esta palabra tiene como factor determinante en la vida de cada uno de nosotros.

Hace un año dos meses daba la despedida más dolorosa de mi vida. La más fuerte y determinante. Ésa, que para mí, es de las casi únicas que merece lágrimas. En aquel entonces no decía sólo adiós. Sino hasta nunca. Hace ocho meses le dije adiós a mi país. Fue un hasta pronto. En muy poco tiempo diré adiós a esta ciudad. Será un hasta siempre.

Quizás nadie se haya detenido en algún momento a filosofar sobre las implicaciones e implicaturas de decir adiós. Menos si hay diversos tipos. Una encuesta probablemente dirá que sí hay una tipología del adiós. ¿Por qué enfrascar todo a un sistema cuantificador? Hay gente que habrá dicho adiós a un amor, a un amigo, a un familiar, un compañero de clase, de trabajo, a los vecinos, profesores... todos vivimos dando una despedida. Tal vez eso nos ayude a solucionar el enigma de la muerte. Porque la vida en sí, es un adiós.