sábado, 30 de abril de 2011

Tipos de mexicanos y la parábola del nopal

Hace un año, después de haber vivido el evento más trágico de mi vida, pude hacer una serie de observaciones. Me di cuenta de los tipos de mexicanos que hay. Quizás más que eso, de los tipos de seres humanos que hay. Al final de cuentas, todos estamos constituidos de la misma materia, y sin ser espiritual, nuestra esencia carnal es la misma.

Los escenarios eran claros:

Un policía pedía dinero a un padre para atrapar al asesino de su hijo adolescente, o bien, que juntara a sus familiares que le acompañaban para que así reuniera “lo más que pudieran”.

Una amiga perdía su día de trabajo para acompañar a su incondicional en el momento más doloroso de su vida. Llegó a las 6 de la madrugada. Entre sollozos, lágrimas, y miradas perdidas daba su consuelo a una madre que se consumía del sufrimiento.

Dos amigas más se preparaban para asistir con llamado de urgente al velorio de quien conocieron poco, pero que sabían que era parte integral de su amigo. La inseparable compañera de trabajo, hoy más amiga que antes de ese acontecimiento, hizo una llamada para creer lo que aún nadie podía procesar en su cabeza.

El tiempo de olvidar se dio cita. Dos amigas dieron una lección de vida a quien por mucho tiempo se había envenenado con orgullos que para ese momento sólo eran un montón de basura.

Decenas de personas se amontonaban para corroborar el horror. Un grupo escolar se dio cita hasta el lugar de los hechos. Ayudaron con dinero para mostrar materialmente el apoyo que con su presencia ya era más que enriquecedor y de exagerado amparo.

Cuatro amigas que demostraron serlo movieron cielo, mar y tierra para llegar al cementerio y después ir hasta la casa de los dolientes a expresar su incondicional apoyo, a quien poco habían conocido, pero que mucho estimaban al grado de perder tiempo de sus importantes trabajos.

Una familia se unía como ya muy pocas en el mundo para estar todo el tiempo con sus seres amados que contenían su alma en pena.

De entre estos extractos de los tipos de mexicanos, que seguramente habrán muchos más, hay una imagen que jamás se borrará de esta perturbada mente: los típicos borrachos del barrio. Ellos, sí, los sucios, los mal vistos, ésos que muchas veces son temidos por su aspecto. Ésos que sólo el que estaba dentro del féretro y otros pocos sabían tratar como gente, se acercaron al destruido padre y le entregaron un saco.

Eran nopales dentro de un sucio costal. Naturales. Totalmente silvestres. Recién cortados. Con muchas espinas pero que si se trataban con delicadeza eran deliciosos. Cualquier parecido con la realidad, es simple coincidencia...