sábado, 25 de julio de 2009

El mundo de las orugas, los capullos y las mariposas

Alcanzas el objetivo. Has acertado. El éter te ha hecho parte de él.

Después de nueve meses te adentras en aquello que los mortales denominan cosmos terrenal. Suceden los años y te internas cada vez más en la penumbra humana.

Incapaz de cualquier anomalía, aún; adviertes la presencia de quienes jamás saldrán de sí, por las represiones que la sociedad aún hace imperar con la idéntica hipocresía que reza un sacramento o asalta los pensamientos ajenos sin mirarse frente a un superficial espejo y dar cuenta de quién es.

Optimizas tu camino y se encuentran los nacientes. Las inocencias que dejan todavía presumir el brillo de su sana ingenuidad. Pronto terminará. Muy pronto…
Sosiegas la calamidad de tu presencia en el mundo tratando de ver el lado bueno de los que vuelan, los liberados. Ésos que se dicen salidos y emanados de las presiones familiares y sociales.

Victorioso logras apartarte un momento. Casi nada, del enmaraño y la podredumbre que acecha la mitológica tortuga.

Ilustras tu mente un rato con imágenes que la enriquecen, pero empobrecen cada vez más tu alma. Todo esto, para intentar escapar de lo que ya vislumbraste durante un rato. Casi una vida.

Concentras las ideas y conformas el macrocosmos social. Por fin. Todos te hacen ver lo que tú te resistes a notar. Así es esto. Así es aquí. El juego se maneja de ese modo: el más sucio. El que jamás te permitirá dejar tu naturaleza.

Tomas todo aquello que has usado para distraer tus ilusiones de que la aurora alumbrará algún día el camino para ti solo. Echas a la basura lo que más te duele: tus recuerdos. Despegas hacia lo que ya no es profano.

O al menos lo intentas.

Recibes la ganancia. No es material. Como a lo que regularmente estás acostumbrado. Incluso casi todos ustedes. Añoras lo más sublime y tampoco lo obtienes. Aún. La remuneración es el hecho. Sí, el simple hecho de adquirir conciencia. De saber que el mundo gira en torno a la voluntad. Y ésta, se juega en los terrenos de quien desea ser oruga, el que camine hacia los senderos bifurcados de los capullos. Y también, la dinámica se encuentra en salir y andar por los laberintos de la vida como una mariposa. Ese insecto que lleva consigo belleza, libertad, ánimo e ingenio. Pero todo… todo a conciencia de nivel irracional.